Observacion directa

domingo, 2 de enero de 2011

Chillida-Leku cierra sus puertas

El día de Nochevieja a las 13 horas el museo guipuzcoano Chillida-Leku cerraba sus puertas. Tan sólo dos meses después de su décimo aniversario, el museo por el que han pasado 810.000 visitantes ve los dientes de la crisis. Según el director de la candidatura donostiarra a capital cultural europea en 2016, "el sistema cultural público está en crisis".

 

El cierre es indefinido en el tiempo, la familia del escultor vasco Eduardo Chillida ha solicitado un expediente de regulación de empleo (ERE) que afectará a los 23 empleados que actualmente trabajan en el centro. El tiempo de cierre será el necesario para que las instituciones acuerden con la familia Chillida cómo se gestionará el museo en el futuro y qué actividades se desarrollarán en él. El diputado general guipuzcoano, Markel Olano, se sumó ayer a las palabras del alcalde donostiarra, Odón Elorza, y mostró su deseo de que el centro pueda reabrir en primavera. En su último día un total de 425 personas han visitado el reciento situado en Hernani (Gipúzcoa).además del empobrecimiento cultural, sus 23 empleados se quedan en la calle.
El pensamiento de Chillida está dominado por la duda y la interrogación y aunque sus obras estaban muy pensadas, el resultado definitivo nunca era el definitivo en la mente el artista. En una ocasión fue invitado por la Universidad de Harvard para que ejerciese como profesor, cuando tuvo que exponer su programa de estudios dijo: “mi programa va a consistir en no tener programa. No os voy a enseñar nada, yo os voy a enseñar cómo aprendí yo". Su propuesta tuvo un gran éxito. No hubo plazas para todos los alumnos que quisieron apuntarse.

Chillida era de los que pensaba que los hombres son de algún sitio, que el suyo era el País Vasco, “eso de creernos que no somos de ningún sitio, que lo moderno es ser de Nueva York o París, porque vives allí, no. Ahora bien, lo ideal es que seamos de algún lugar, que tengamos las raíces en algún lugar, pero que nuestros brazos lleguen a todo el mundo, que nos valgan las ideas de cualquier cultura", escribió el escultor en otra de sus notas sueltas. Con ayuda de muchos obreros de la siderurgia, a los que Eduardo conocía personalmente, forjaba sus obras macizas que nunca jamás soldaba y que el medio del paisaje parecen pequeñas, pues no llegan a la mitad de la altura de los árboles y a las que el paso del tiempo les da un cambio de aspecto.

Tal vez pronto pueda volver a disfrutarse de la riqueza instalada allí, y Chillida-Leku vuelva a abrir sus puertas cuando la magnitud vuelva a ser comprendida.

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